28 de diciembre de 2023. Parque Rural de Anaga
Por fin NO madrugamos en plenas vacaciones y podemos
descansar un poco más, aunque la cama no es la más cómoda de mundo. El
apartamento es muy chiquitín pero está en una urbanización muy tranquila de
Tacoronte y hay siempre sitio para aparcar en la puerta. A cambio hay que desplazarse
casi 10 minutos por la población para alcanzar la Terraza al mar, que es el
nombre de la urbanización y que, como su nombre indica, tiene unas bonitas vistas del mar.
Desayunamos aguacates y tostadas para cargar bien las pilas porque hoy nos vamos a visitar el Parque Rural de Anaga, en el norte de la isla. Como no hemos querido madrugar, se nos ha hecho un poco tarde, así que cuando llegamos al Centro de interpretación, de donde parten varias rutas, está ya a tope de coches y no podemos aparcar. Gemma se va a recoger información y nos mandan a aparcar a diez minutos carretera abajo. Dejamos el coche y volvemos andando al centro para hacer el Sendero de los Sentidos, que parte del Centro de interpretación y lleva unos 40 minutos por un precioso bosque de Laurisilva. Antes observamos las increíbles vistas que ofrece el mirador que hay en el Centro.
Los bosques de Laurisilva están protegidos porque actualmente solo existen en unos pocos lugares del mundo, entre los que se encuentran las Islas Canarias, pero son los que poblaban una gran parte del planeta hace millones de años, antes de la última glaciación. Es un bosque selvático formado por 4 tipos diferentes de laurel, además de muchos otros tipos de vegetación. Nos recuerda a la selva tropical, a pesar de ser una zona con baja pluviometría, pero este bosque se nutre de la humedad elevada del mar por los vientos Alisios que recogen el agua del mar y la ceden a la vegetación al chocar contra las elevadas montañas. En él abunda la fauna, sobre todo invertebrados, y nos acompañan en el camino los cantos de los lindos canarios, autóctonos de estas islas. Disfrutamos de la caminata, a pesar de la cojera de Gemma que nos impide avanzar rápido y a ella le incomoda enormemente, pero aún así bajamos hasta el mirador que ofrece unas vistas espectaculares del Parque Rural de Anaga.
Nos encanta todo, la carretera, los constantes miradores que nos deleitan con la belleza de las montañas y los pequeños pueblos destartalados, pero con encanto. Las playas son bravas, con el mar enfurecido y fuertes corrientes, además la arena es negra, contribuyendo al aspecto fiero del entorno.
Comemos en Taganana, en un bar a los pies de la carretera, en el que paramos de casualidad y dónde comemos de maravilla. Nos alucina el carácter tranquilo y afable de los isleños, la verdad que son encantadores. A ellos les incomoda el estrés de los peninsulares, que aún estando de vacaciones, estamos siempre con prisas… y tienen razón!! Comemos un pescado frito muy rico con patatas arrugas con mojos y una ensalada estupenda.
A la vuelta nos deleitamos de nuevo con los miradores que ofrece la estrecha carretera de montaña que atraviesa el valle subiendo y bajando por las antiguas coladas de lava...
Desde Anaga nos vamos tranquilamente a visitar la ciudad de Cristobal de la Laguna, la más bonita de Tenerife según todas las guías. Aparamos en un parking del centro y nos vamos a pasear tranquilamente por la ciudad. Llegamos de día y nos encandila el ambiente colonial de la cuidad con calles amplias y empedradas y casas señoriales. Al hacerse de noche encienden toda la iluminación navideña y la ciudad se convierte en un preciosa estampa navideña llena de luz y color. Además, en el calle principal hay instalados altavoz que liberan a gritos canciones navideñas… aunque no quieras, te embebes del ambiente Navideño (la primera vez desde que llegamos a las islas). Paseamos entre multitudes en plenas compras navideñas y hasta nos unimos a esta corriente consumista!!
Cenamos en un restaurante con excelentes críticas en Tripadvisor: El guachinch
& fusión. Aprendemos lo que es la Causa Canaria, con puré de batata relleno
de bacalao y los huevos rotos canarios, además de unos champis rebozados y cubiertos
de espuma de queso de Algorte, que están pa chuparse los dedos!!. El bar solo tiene 3 meses y
nos sorprende que solo hacen un turno de cenas... siendo que los extranjeros cenan
tan pronto, les daría perfectamente para dos, pero lo descartan… A esto nos
referimos con el “tranquilo ritmo isleño”.
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